Fallece José Antonio Naya, el técnico que devolvió al Levante a Segunda División
El ascenso del Levante a la categoría de Plata se produjo con Naya en 1978-1979
El ascenso del Levante a la categoría de Plata a la conclusión de la temporada 1978-1979 bajo la égida de José Antonio Naya paradójicamente marcó el ocaso de la estancia del preparador gallego como entrenador de la sociedad del barrio de Orriols. Pese a que Santiago Sanz, en calidad de presidente del club granota, expresó públicamente que había adquirido un compromiso verbal con el técnico para extender su continuidad al frente de la institución azulgrana, la entente se resquebrajó y finalmente Naya hizo la valija para buscar nuevos destinos en el universo del fútbol nacional.
Naya, relevo de Dauder
Fue el punto y final a una relación que germinó coincidiendo con la despedida de 1977 con el Levante compitiendo en la recién gestada Segunda División B. El cuatro de diciembre en Algeciras se puso en marcha el contador de encuentros de Naya al frente del banquillo del Levante (2-1). Aquella tarde no se cumplió ese axioma que suele asegurar la victoria del bloque que estrena nuevo inquilino en el banquillo. Lo cierto es que, a Naya, relevo de Vicente Dauder, se le resistió su primera sonrisa como conductor del Levante. Los duelos ante el Algeciras, Olímpico y Gerona se saldaron con una sucesión de derrotas.
Del fondo de la tabla a la cuarta plaza
Despuntaba la segunda vuelta de la competición con la escuadra blaugrana orillando los bajos fondos de la clasificación. No obstante, la victoria redentora ante el San Andrés en el hoy Ciutat 5-1 permitió mutar tendencias y aquel Levante del ejercicio 1977-1978 concluyo el relato liguero alcanzado la cuarta posición en la tabla. Su escalada fue incuestionable. Naya confirmó en su debut como entrenador del Levante una cualidad que siempre le distinguió; su extremada capacidad para extraer la máxima rentabilidad a sus plantillas. Siempre mostró clarividencia para aclimatarse a contextos críticos. Y por norma ofreció respuestas y argumentos sólidos para metamorfoseas inercias adversas. En ámbitos marcados por la crisis se movía con soltura y con distinción. Ese aspecto caracterizó su carrera como entrenador.
Volcánico en sus manifestaciones
De carácter extremadamente volcánico, sus jugadores recuerdan el tono marcial que imprimía a sus entrenamientos cotidianos quizás en un guiño a su formación como militar durante su juventud en León. Barrie, un histórico de la portería azulgrana, y uno de los héroes del ascenso de la campaña 1978-1979, recuerda el carácter duro y fuerte de Naya como entrenador. Algunos futbolistas granotes en la intimidad se referían a él como el sargento de hierro. Asido, en ocasiones, a la polémica, sus manifestaciones encontraban resonancia y eco a través de la prensa. “Si no ascendemos que pidan mi cabeza, pero déjenme trabajar con los chicos”, advirtió durante su etapa en el Levante en el amanecer de la temporada que concluyó con la conquista de la Segunda División.
En el número extraordinario conmemorativo del ascenso del Levante a Segunda División A, realizado por Juan Catalá y Soler Carrión, a la pregunta de si sentía que le acompañaba la controversia como preparador respondió sin ambages: “No soy polémico, lo que pasa es que llevo 22 años triunfando. Cuando uno lleva 22 años triunfando saben que el equipo que se enfrenta al mío tiene un 90% de posibilidades de perder y tratan de poner nerviosos a todos”.
Una estancia inmaculada en el Levante
Lo cierto es que el periplo de José Antonio Naya por el Levante es reseñable. Sus números fueron exquisitos, principalmente en su segunda campaña en el foso del Nuevo Estadio. Aquel Levante se proyectó en el universo del Grupo II de la Segunda División. Salió vencedor del duelo a varias bandas ante el Gimnástico de Tarragona, Calvo Sotelo y Ceuta para conquistar un ascenso tres semanas antes del fin de la competición.
El guion de aquel Levante estaba perfectamente establecido en su mente. “Por sistema de preparación, los equipos que dirijo no empiezan a tener el máximo de rendimiento hasta diciembre. Además, la brillantez está al final”, manifestó. No parece una simple afirmación. Los datos atestiguan este planteamiento. Aquel Levante voló entre los meses de noviembre y febrero. En ese ciclo de doce partidos invictos alcanzó diez victorias y dos igualadas que guiaron hasta la cabecera de la clasificación.
El mejor registro de la Segunda B del curso 78-79
El Levante de Naya firmó el mejor registro de la Segunda División B con 55 puntos tras sumar 23 victorias, nueve empates y tan solo seis derrotas. Nadie fue capaz de marcar más goles (80) y Barrie fue el arquero menos goleado de la división con 20 goles. El aspecto refleja los caracteres del colectivo azulgrana. Fue fiable en tareas defensivas y ardiente en las cercanías de la meta contraria. Férreo en la contención y voraz en ataque. Murúa ejemplificó esa tendencia como jefe supremo del gol de la categoría con 23 dianas. Por detrás surgía la estela de Magdaleno con 12.
Dicen que los equipos, desde un prisma conceptual, a veces, suelen asemejarse a sus entrenadores. El Levante del curso 78-79 fue aguerrido y combativo sobre el verde, pero también había espacio para la imaginación y la finura. “Éramos un bloque con un potencial terrible con el amigo Naya a la cabeza. Teníamos un equipazo. Teníamos jugadores con mucha experiencia. Era muy difícil ganarnos. Fue una temporada preciosa”, sostiene Barrie. Naya falleció el pasado martes en Valencia, la ciudad en la que había fijado su residencia.