
Rossi vuelve a cruzarse ante uno de sus rivales favoritos de la Liga BBVA
No es su víctima favorita en el ecosistema de la Liga BBVA, pero parece del todo incuestionable que le tiene tomada la matrícula. Sus cinco sentidos se alteran, sus pupilas se dilatan, el iris se expande tratando de captar el objetivo y su sistema nervioso se agita cuando enfrente aparece la elástica rojiblanca que identifica al Sporting de Gijón en competición oficial. Y su sagacidad en la búsqueda de la suerte suprema del gol se agudiza. El próximo adversario de la entidad azulgrana en el marco de la competición liguera en el verde del Ciutat de València aparece en el censo goleador, personal e intransferible, de Rossi. Una vez más hay que apelar a la estadística para argumentar esta idea que confirma esa entente, en materia anotadora, entre el atacante italiano y la escuadra asturiana. Rossi se muestra infalible ante el bloque de El Molinón. Su expediente general se alimenta con la suma particular de cuatro dianas que resultan de los cruces entre el Villarreal y el Sporting de Gijón en el ámbito de la Primera División.
No es su equipo preferido, puesto que la estela del Valencia, con siete goles, y Atlético de Madrid, Sevilla, Mallorca o Zaragoza, con cinco, le precederían en el ranking que sancionara su furia devastadora en las cercanías del área en el umbral de la elite, pero inmediatamente por detrás surgiría el rastro que deja el bloque del Principado. Su picadura puede ser venenosa. Las escuadras mencionadas conformarían el pódium de sus rivales predilectos desde su aterrizaje en Primera División en el verano de 2007 para ajustarse la elástica del Submarino Amarillo procedente del United. La regularidad ante el gol se convierte en una constante en las citas contra el Sporting desde un prisma más individualizado. Rossi colecciona seis choques ante el siguiente oponente del Levante en la competición liguera que trufa con un cuarteto de goles. El atacante transalpino ha celebrado el gol en El Molinón o en el feudo de El Madrigal; un aspecto que acentúa esta armonía y periodicidad como goleador frente a este contrincante.
Nunca hay derrotas si Rossi deja su huella en las redes rojiblancas. Sus dianas sirvieron para descifrar encuentros de signo enigmático, para cambiar de raíz tendencias o para rescatar puntos que parecían condenados a extraviarse. En ese sentido, podría recuperarse la narración del duelo que cruzó a ambos rivales en tierras asturianas en la jornada del 30 de octubre de 2010. Diego Castro anotó para el bloque que conducía el inolvidable y añorado Manolo Preciado. El choque agonizaba con un Sporting que pretendía resguardar su portería de cualquier contingente inesperado ante el valor del triunfo. Con el minuto noventa ya sobrepasado, Rossi se enfrentó a Juan Pablo.
Anclado al césped sin más elementos que el balón y la distancia que separa al punto de penalti del marco, un espacio de considerables dimensiones o una extensión angosta, siempre en función de la perspectiva, aguantó con indiferencia la atmósfera metálica que envolvía al coliseo asturiano. El Molinón bramaba con fuerza tratando de jugar sus cartas. La presión era palpable aunque Rossi se posicionó hierático e inalterable frente al esférico para marcar. No obstante, las tornas mudaron en el terreno castellonense. Rossi rasgó un partido que Castro recuperó en el postrer minuto desde los once metros permutando los sucesos acaecidos en el duelo de vuelta. Antes un aguijonazo en el feudo rojiblanco reportó un edificante triunfo al Villarreal. Fue el 27 de septiembre de 2008. Unos meses después Giuseppe neutralizó la diana de Bilic en el primer minuto de juego. La reacción amarilla fue fulgurante. El italiano culminó sobre la meta de Lafuente nada más volver a la acción.